

Decía el otro día que impresiona. Primero por lo que uno ve y segundo por el silencio que lo invade todo. Los restos que quedan hablan a su manera, y dicen mucho, pero tienen más valor por lo que callan. Todo ello te obliga a pensar cómo fue aquel verano del 37. Y nada bueno pasa por la cabeza de uno. Por eso, no debemos olvidar de dónde venimos.